sábado, 5 de abril de 2008

Edimburgo, la gran joya de la corona

Siempre he sentido una gran fascinación por las ciudades medievales. Dentro de todas las ciudades que he visitado, hay algunas en las que me gustaría vivir, mientras que otras las encuentro fascinantes, por su historia. Pero sobre todas, mi gran favorita es Edimburgo.



Edimburgo, es increíble, bellísima, extraordinaria, divertida, apasionante y si uno conoce sus historias de horror, también puede ser escalofriante…

Edimburgo es una ciudad situada a la orilla del mar. Se encuentra dividida en dos, el viejo y el nuevo Edimburgo. Si se llega por tren, estarán exactamente en la mitad. De hecho, es la mejor manera de llegar a esta ciudad. Al salir de la estación del tren, uno voltea a la izquierda y ve la ciudad antigua, con sus edificios de más de 300 años y su castillo casi milenario. A la derecha, se observa la magnífica nueva ciudad, que fue creada durante el siglo XIX.





La estación del tren se encuentra situada en lo que era un lago. Este lago fue secado por cuestiones de salubridad y en el espacio que quedó se construyó la estación del tren y un precioso parque.



En la ciudad antigua se encuentran el castillo, la Milla Real, y muchas otras atracciones. Por ejemplo se pueden encontrar tres bares, o Pubs que tienen historias tétricas relacionadas. Last Drop o la última caída, reciba su nombre en referencia a aquellos que eran ejecutados en la plaza al ser colgados del cuello, mientras que Maggie Dickinson Pub recibe su nombre de una mujer que fue colgada, no murió en la horca y falleció 30 años mas tarde. Deacon Brodies es un Pub en la Milla Real que recibe su nombre de aquel fuera inspiración para el escritor escocés Robert Louis Stevenson para escribir El Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde.







En la ciudad vieja se puede encontrar un edificio moderno maravilloso que es la sede de un museo de nombre Dynamic Earth, que proporciona una brillante experiencia de la naturaleza y sus interacciones con el hombre.



En la ciudad nueva abundan edificios del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. La calle de los Príncipes está llena de comercios.

En fin, visitar Edimburgo es una experiencia única. Yo he tenido el placer de estar ahí en cuatro ocasiones, y cada vez que regreso me siento tan fascinado como el primer día que la vi.